Hacen museo quienes pintan sus paredes de blanco, quienes instalan la conexión wi-fi, quienes mantienen el jardín. Las personas que venden entradas, los que reciben a los colegios, las espectadoras que miran aquel cuadro y quien vigila las salas.

La primera profesión del museo fue la de la conservación.

Conservar el arte contemporáneo es un reto. Existen pocas certezas sobre su envejecimiento. En la sala 205 podemos ver la Bandeja de Objetos de Salvador Dalí, que incluye entre sus piezas un guante de chocolate que necesita de una vitrina con condiciones especiales de control de oxígeno. Para el departamento de conservación y restauración lo importante es la historia material de la pieza - da igual la intención del artista. El objetivo es conservar, guardar, mantener. Conservar una obra no significa (exclusivamente) conservar el objeto que la soporta. Conservar una pieza del Museo Reina Sofía significa conservar historia-memoria-belleza-dinero-poder-importancia.

Ubicar estos conceptos en nuestro aquí-ahora-cotidiano, significa reflexionar sobre el modo en que estamos planeando la salvación de nuestras creaciones.

¿Qué pasará con todas nuestras fotos de Instagram? ¿y con los videojuegos? ¿Qué pasará con lo que escribimos en Internet? ¿Qué pasará con estas palabras? De esos tutoriales de maquillaje, ¿solo quedarán los residuos plásticos de una barra de labios de NYX? ¿Están salvados mis recuerdos en la nube de Google? ¿Google cree que mis selfies son historia-memoria-belleza-dinero-poder-importancia?

En la sesión #2 reflexionamos sobre los límites temporales de nuestra producción contemporánea - nuestra producción personal cotidiana, e hicimos un ejercicio experimental de conservación de filtros de Instagram. Frente a la imposibilidad de conservar su materia, conservamos su concepto.

Lo hicimos con aquello que seguro permanecerá aquí en el futuro: el plástico y la luz.

vértice de experimentación rara - sesión #2 - conservación

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