Durante la Sesión #3 de Vértice de Experimentación Rara, continuamos con las cuestiones sobre conservación compartidas en nuestro último encuentro.

¿Quiénes aseguran la permanencia de las obras en nuestro museo? ¿Dónde realizan su actividad? ¿Se encuentran en los sótanos del edificio? ¿Son personas en bata, examinando concienzudamente las obras con grandes lupas?

Visitamos el Laboratorio de Conservación y Restauración del Museo acompañados de su responsable, Jorge García Gómez-Tejedor, y de la cercanía de enormes obras de Miró y Dalí, entre otros muchos artistas.

Jorge nos explicó cómo la materialidad a veces quebradiza de aquellas obras hablaba de enfados entre padres e hijos, de búsqueda de estilos personales, de la amistad y también de la muerte.

Nos habló de posibilidades de recuperación del pasado a través de lo digital y lo audiovisual, de cómo un fragmento microscópico de obra nos proporciona cientos de datos sobre ella, del incansable trabajo de los especialistas por conservar el presente.

Por primera vez accedimos juntas a las tripas del museo, es decir, aquellos espacios de la institución que trabajan desde la opacidad y que una persona no podría conocer en una visita corriente.

Vimos largas hileras de oficinas, cómodas sillas vacías, alguna sala con la luz encendida aún a aquella hora de la tarde. Contemplamos Madrid desde la oscuridad más alta del museo. Y luego merendamos todas juntas en la cafetería. Fuera, hacía mucho frío.